Zapatos rotos
Luego de una pausa en mis
publicaciones, estoy de regreso con ustedes para compartir este nuevo artículo,
que nos llevará por un sendero que muchos han recorrido en alguna oportunidad
de su vida, entre lo que la sociedad nos impone y la política establece y lo
que se experimenta ante una realidad que es distinta para cada quien y que la sobrelleva
de la mejor manera según sus propios recursos, no solo económicos, sino también
emocionales. Hoy les invito a leer estas líneas que les traigo con mucho
cariño.
Zapatos
rotos.
Hoy veo en retrospectiva, en un
momento de silencio y meditación, cómo ha cambiado mi vida, siento que ha
cambiado todo alrededor de mí. Es solo una percepción de esa realidad en la que
nos hemos sumergido muchos en mi país, y cómo nos ha afectado, de una u otra
manera. Cada cual ha reaccionado de forma distinta ante lo que consideramos un problema,
que nos enfrenta a nuestros más profundos miedos, que de una forma u otra se ha
insertado en la sociedad, en las familias, en el hogar, en el trabajo, en la
escuela, en la universidad, en los organismos y en nuestra vida personal, pero
solo la actitud que asumes ante ello hace la diferencia, entre rendirse o
triunfar.
Toda situación te presenta
diversas alternativas, solo tú decides como enfrentas la misma para salir
adelante o simplemente te detienes y te estancas. ¡Vaya! ¿Qué difícil es?
porque en los momentos de crisis, no se piensa con claridad y las decisiones no
se deben tomar de forma apresurada, al menos que sea un decisión de vida o
muerte. La confusión y la presión te consumen tanto física, como mentalmente y
eso nos lleva por senderos de indecisión y miedo.
Durante estos años de continuo
aprendizaje y especialmente en mi camino a mi despertar, he escuchado
constantemente “El miedo no existe” y me preguntaba, ¿cómo que el miedo no
existe, si yo lo siento? Entonces qué es lo que siento. No ha sido fácil
entender esta convicción, pero es cierta; el miedo no ha sido más que una
ilusión que mi mente ha creado desde mis creencias limitantes, para
paralizarme, para alejarme de lo que mi Ser desea, de lo que mi esencia me
impulsa a alcanzar.
En estos últimos años mi país se
ha sumergido en una profunda crisis económica, como resultado de diversas
causas políticas, éticas y morales que lo han llevado a enfrentar el nivel de
inflación más alto de la historia de cualquier nación, que trajo como consecuencia
que el ciudadano común perdiera su poder adquisitivo, ya que la moneda nacional
perdió todo su poder ante cualquier otra moneda, en una escalada de devaluación
continuada, que ha llevado a la población a sortear día a día como sobrevivir
ante este caos.
Mi reflexión nace desde hace ya
algún tiempo, cuando por razones económicas debí atreverme a usar para
uniformarme los “zapatos rotos” literalmente, se habían roto en su parte
superior, pero para utilizar uno de mis uniformes era imprescindible que usara
ese tipo de calzado, mi impresión personal ante tal situación fue bastante incómoda,
porque nunca pensé que llegará a tal situación en la cual debería portar mi
uniforme con unos zapatos rotos, era impensable, yo, que siempre usaba mi
uniforme de la forma más pulcra posible, pulía (lustraba) minuciosamente la
hebilla de mi correa para que estuviese siempre brillante, el uniforme limpio y
bien planchado, era mi estilo personal. Ya me había acostumbrado a que me
quedará grande, ya que en el último año había perdido bastante peso, pero
llegar a usarlo con un elemento que me avergonzara, no. Podrás decir, eso es
una simpleza, si, el usar los zapatos rotos fue mi decisión, así lo hice,
aunque no lo quería, pero eso no me podía detener.
Con el tiempo empecé a detallar
los zapatos de mis compañeros de trabajo y a ellos les había pasado lo mismo,
estaban usando su calzado roto también, estábamos pasando por la misma
situación, al hablar con ellos decían, que no tenían otros, que se apenaban de
llevarlos así, pero no tenían alternativa; ya que la situación y el salario
solo alcanza para comer, lo poco que se puede comprar. Las prioridades
cambiaron, ahora nos hemos hecho más conscientes de lo que tenemos y lo que
realmente necesitamos para vivir el día a día. Los zapatos rotos han sido solo
el principio de una espiral de cambios que hemos tenido que afrontar y
enfrentar, pero que cada quien lo ha entendido a su manera.
Ahora bien, ¿Cuál es el problema
real? Solo tomándonos un tiempo para analizar conscientemente la realidad que
vivimos, podemos llegar a entender cuál es el problema que debemos resolver,
está en la crisis económica, está en el gobierno, está en los jefes, está en mí.
¡Vaya! Que difícil, puede ser un conjunto de elementos, pero la respuesta solo
la tienes tú. En mi caso en particular, tengo veintidós años ejerciendo mi
profesión, una profesión que amo y con la cual he logrado muchas cosas a pesar
de las dificultades propias que he tenido que enfrentar en ella, pero los obstáculos,
barreras, imposiciones que se me han presentado las he enfrentado con valor y
las he superado y sigo en pie. No soy una persona adinerada y nunca lo he sido,
pero con el fruto de mi trabajo, pude vivir y disfrutar de cada instante,
viajar, divertirme, recorrer mi país y disfrutar de mis pasiones. Llegué a
ocupar cargos importantes en mi institución, y hasta logré llegar a altos
cargos académicos en otra institución, luego de participar en un concurso para
ingresar en ella, alcance el cargo de directora en una universidad, ejerciéndolo
en tres estados (regiones) distintos del país, fui la primera directora de la
Academia Nacional de Bomberos, máximo cargo académico al que se puede llegar
dentro de la institución bomberil.
Hoy veo, como todo se ha
transformado, como todo ha ido cambiando y que yo debo ir adaptándome a ese
cambio, he perdido tantas cosas, he ganado otras. (Me dirían “nadie pierde
nada, porque no nos pertenece nada”) pero nos hemos apegado a lo material, a
las personas y a casi todo. Ahora, solo
me preguntó ¿Qué puedo aprender de esta crisis? ¿Qué me enseña usar mis zapatos
rotos? ¿Qué me quiere enseñar la situación de sentirme sin dinero y sin
comida? Tal vez, necesito un aprendizaje
de humildad, debo apreciar todo lo que soy y lo que tengo, que esto es un
momento difícil, pero que me enseña cada día, a descubrirme, a ver mis miedos,
a mirarme en el espejo del hermano, que está pasando por lo mismo que yo, a
entender a cada uno de forma individual, a agradecer que tengo vida, salud, un
lugar donde llegar, una cama donde dormir y demás, que no me sobra nada, que
todo lo tengo en la justa medida, que tengo abundancia de amor. ¿Será que eso
me basta? Eso solo lo puedo contestar desde mi trabajo de introspección
personal, enfrentarme a la realidad y si no me gusta lo que veo, solo dos
alternativas “estancarme y darme por vencida” o “reinventarme y emprender” la
decisión es únicamente mía.
Hace unos días, sostuve una
reunión con dos profesores que apreció y admiro bastante, para conversar sobre
mi tesis de doctorado y uno de ellos a quien considero mi mentor profesional en
gestión de riesgos, me dijo “Tú tienes un potencial inmenso, abre tu horizonte,
expande tus alternativas, con todas las competencias que tienes puedes alcanzar
tantas cosas, crea tu imagen, fortalécela y muéstrale al mundo tus
conocimientos y capacidades y hazte imprescindible en tu campo, tanto que te
llamen de cualquier parte del mundo, porque te necesitan” Eso es cierto, ¿por
qué debo conformarme con lo poco, cuando puedo lograrlo todo? ¿Será que esta
situación me enfrenta a descubrirme y soltar mis miedos? La respuesta es sí, es
el momento de enfrentarme ante mi misma y tomar decisiones importantes en mi
vida. Si me cierran algunas puertas, solo debo intentar abrir otras, no puedo
quedarme en la zona de confort, no he sido persona que se rinde, he enfrentado
muchos retos en la vida y los he superado, no puedo estancarme en este instante
en el cual justamente la realidad me muestra que ya es el momento del cambio.
¿Quiero dejar de usar zapatos
rotos? Me debo reinventar, explotar mis capacidades, mis conocimientos y hacer
que mis competencias y pasiones sean rentables y mejorar mi condición
económica, la decisión es solo mía, quien necesita cambiar soy yo. Darle un
mejor uso a los zapatos rotos, sembrar luces y flores donde hoy veo esterilidad
y oscuridad. Transformar mi realidad a lo que deseo, a lo que mi esencia y mi
Ser me piden a gritos. El momento es YA. El pasado ya no existe, el futuro aún
no llega, lo único que tengo es este instante presente, por lo que no puedo
seguir perdiéndolo lamentando lo que ya no tengo, llorando porque no se qué
hacer, o ponerme en pie con la frente en alto, dándole gracias a Dios por la
oportunidad de aprender, pedir su bendición para emprender un nuevo camino, que
complemente el actual o simplemente desprenderte por completo de lo viejo, así
como el águila, que empieza su renovación, quitándose una a una sus plumas
viejas y su pico torcido, para enfrentar en ese proceso doloroso su transformación
y emprender el vuelo renovada, con más fuerzas y en vuelo libre desde el amor
que brota de su esencia, desde su ser.
Bueno, hoy tú decides si te
renuevas como el águila, o te mantienes en el suelo como el buitre. Todo depende
de ti y solo de ti. Debes entender que las circunstancias te van a enfrentar
cada día ante situaciones que te gusten o no, pero que te llevarán a
replantearte las estrategias que vienes implementando. Hace unos días un amigo
a quien le comentaba una situación que me parecía injusta, en la cual me
revocaban una beca que había logrado para realizar un curso en el extranjero y al mismo tiempo también me informaban que seria difícil que pudiese participar en otro curso en el que postule, por el mismo motivo, curioso pero cierto "mi nacionalidad" porque las relaciones de estos países están en este momento suspendidas con el mio, claro esta, que para el último curso, si logró conseguir los recursos para viajar y cubrir los gastos, puedo hacerlo. Él me contestaba,
con una pregunta ¿Por qué lo tomas como personal? Es cierto, no ha
sido nada personal, las decisiones políticas que se toman en otras instancias,
no debo dejar que me afecten a pesar que sienta que es así, solo debo intentar
de entender, cual es la enseñanza que me trae esa situación para mi vida. En los momentos de crisis es cuando nacen los
verdaderos guerreros, esos que no se rinde y que enfrentan la dificultad con
una sonrisa en sus labios y con la convicción que el triunfo esta a su alcance.
Es sentir la lluvia en el rostro y no solo pensar que nos estamos mojando. Observa
y entiende que te quiere decir a ti los “zapatos rotos” que estas usando hoy,
son una escusa o los veras como un estimulo para comprendas que luz debes
encender, que camino debes recorrer y dejarte ser libre como el águila. Decídete,
recuerda, el momento es YA.
Gracias por leer mis artículos y
compartirlos, será hasta la próxima entrega.
“Puedo tenerlo todo y sentir que
no tengo nada o no tener nada y sentir que lo tengo todo”
Leidy Parra
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