Gestión para la reducción del riesgo de desastres
Un enfoque desde la gestión prospectiva
Introducción
Desde
que el hombre tenga memoria sobre su existencia y haya dejado relatos escritos
o de generación en generación, se conoce que el planeta tierra ha experimentado
diversos eventos catastróficos, considerados desastres. Algunos de estos
eventos fueron recopilados por los griegos, quienes en sus narraciones,
indicaban eventos que habían destruido poblaciones enteras, también podemos encontrar
eventos de este tipo en la biblia; esto nos indica que nuestro planeta ha
estado en constante transformación, de forma lenta o súbita.
Pero
detengámonos un momento a pensar, si es una constante que en nuestra tierra se
generen eventos naturales, por medio de
los cuales se libera energía, ¿por qué seguimos siendo afectados por ellos? La
lógica nos indicaría, que debemos alejarnos de los riesgos, de los peligros,
pero aun así, seguimos estableciendo asentamientos humanos en zonas peligrosas;
bueno, esto nos lleva a través del tiempo a analizar distintas culturas,
distintas etapas de la evolución, de conquistas, entre otros, que establecen la
relación, humano-naturaleza-universo.
Si
debe existir una relación armónica entre el hombre y la naturaleza, ¿qué ha
estado pasando durante este tiempo de evolución humana? Si nos fijamos en la
historia, los cavernícolas habitaban la tierra y aprovechaban los recursos que
estaban a su alcance, sin alterar su entorno, luego avanzaron a convertirse en
cultivadores, luego a cazadores, así que iban dando pasos en su evolución, de
igual manera lo estaba haciendo el planeta, seguían ocurriendo eventos, sismos,
erupciones volcánicas, inundaciones, crecidas torrenciales, pero estas, tal vez
no afectaban a esos primeros hombres y mujeres, porque simplemente, estos se
mantenían alejados de las zonas que evidenciaban peligro para ellos.
Luego
el hombre comenzó a establecer sus comunidades cerca de los valles, donde les
fuese más fácil conseguir sus alimentos, cerca de los ríos para encontrar el
agua, y así sucesivamente comenzó a privar la comodidad sobre la seguridad. El
hombre fue cambiando su mentalidad, desde el punto de ser un elemento más de la
naturaleza, a querer ser el dueño y dominante de ella. Pongamos un ejemplo; el
volcán Vesubio ubicado en Italia, desde las narraciones de los griegos y los
romanos, se evidencia la violencia de sus erupciones y como una de ellas acabo
con Pompeya y Herculano, destruyendo por completo esos pueblos, pero hoy en día
Avellino, San Giuseppe Vesuviano, Nápoles y otras ciudades se han establecido
alrededor el monte Vesubio, lo que las puede convertir en posibles víctimas de
una erupción volcánica en el presente, convirtiéndose en un desastres, debido
al número de habitantes actuales.
Este
es un claro ejemplo, de lo que el hombre puede generar al establecer asentamientos en zonas bajo amenaza, existiendo
más ejemplos similares y peores a nivel mundial. Ahora, esto nos puede generar
otra interrogante ¿Por qué nuestros pueblos aborígenes no eran afectados por
los desastres?, ¿será que tenían más conocimiento sobre estos eventos que los
hombres actualmente? O simplemente, existía un respeto por la madre tierra. Se
puede llegar a la conclusión, que la respuesta está en la convivencia armónica
con el planeta y sus ciclos naturales. Esta convivencia y respeto no solo lo tienen los pueblos
indígenas, sino también una serie de culturas en diversos países. En otras
palabras, es el hombre el que está generando las condiciones de vulnerabilidad
y riesgo, al estar interactuando con las amenazas día a día.
Los desastres no
constituyen hechos súbitos o aislados de la vida normal de las comunidades. Es
necesario entenderlos en el contexto del territorio y de los procesos de
desarrollo, en virtud de los cuales la comunidad afectada entra en interacción
con los ecosistemas que ocupa o sobre los cuales interviene. (Organización de
las Naciones Unidas para la educación la ciencia y la cultura, 2011, p. 10).[1]
Como
consecuencia a esta desconexión entre el hombre y la naturaleza, se han
generado cada vez más eventos naturales adversos, que se convirtieron en
desastres debido a la presencia del ser humano en las zonas de amenaza. Cada
vez más, se puede ver en prensa y televisión que el número de muertes y de
destrucción es mayor con cada evento que se genera. Hay naciones que están
tomando en serio las consecuencias de los fenómenos naturales hacia su
población, pero también hay otras que aún están rezagadas en materia de gestión
para la reducción del riesgo de desastre y esto es a lo cual se debe dedicar
mayores esfuerzos, para que poco a poco, lo gobiernos tomen las previsiones
necesarias para evitar los daños, pérdidas materiales y de vidas ante la
ocurrencia de estos.
La
gestión de riesgos
Para
poder entender la gestión de riesgos, se debe iniciar con explicar la dinámica
que gira alrededor de la construcción del riesgo. ¿Qué significa esto? En otras
palabras, es la progresión de la vulnerabilidad económica-social-tecnológica,
que se presenta día a día en condiciones inseguras, amenazas, peligros o riesgos que pueden afectar a las poblaciones
en lugares determinados. Cuando existen amenazas o peligros naturales, estos
generan un riesgo y si son mal manejados o canalizados, pueden convertirse en
desastres. De allí que se establezcan: la gestión prospectiva (prevenir el
riesgo), la gestión correctiva (corregir, reducir o controlar el riesgo
existente) y gestión reactiva (responder y tender situaciones de desastre).
Gestión del
riesgo de desastres: El proceso sistemático de utilizar directrices administrativas,
organizaciones, destrezas y capacidades operativas para ejecutar políticas y
fortalecer las capacidades de afrontamiento, con el fin de reducir el impacto
adverso de las amenazas naturales y la posibilidad de que ocurra un desastre. (Estrategia
Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres de las Naciones Unidas
ISDR. 2009, p. 19).
En
otras palabras la gestión del riesgo de desastre es un proceso social, que se
fundamenta en establecer estrategias cuyo fin primordial es la prevención, la
reducción y el control del riesgo, para evitar la ocurrencia de un desastre;
adicionalmente trae consigo la preparación, la respuesta, rehabilitación y
reconstrucción posterior al evento y su contribución al desarrollo sostenible.
La
gestión prospectiva se basa en un conjunto de acciones que se planifican con la
finalidad de evitar o prevenir que las amenazas o riesgos lleguen a convertirse
en desastre, por supuesto, esto implica inversiones económicas y el
establecimiento de políticas rígidas en materia de ordenamiento territorial y
de construcción; adicionalmente se engrana con la gestión correctiva para
generar acciones con el objetivo de mitigar y corregir el riesgo existente.
Si
las naciones toman consciencia sobre el tema de la gestión de riesgos, desde el
punto de vista prospectivo y correctivo, muchas de las consecuencias negativas
que se ven como resultado de un desastre serán cada vez menores. Debido al
aumento de una cultura de riesgo, se están estableciendo mejores sistemas de corrección y disminución
de amenazas, mejor preparación de la comunidad para su autoprotección, entre
otras múltiples actividades que se pueden desarrollar, para que la población se
sienta segura; caso contrario, cuando una nación no se preocupa por invertir en
la gestión para la reducción del riesgo de desastres, tiene como consecuencias
grandes pérdidas humanas y material y un notable retraso en su producción,
convirtiéndose estos eventos y consecuencias en una carga muy pesada para
cualquier gobierno.
El
tema de una gestión prospectiva va más allá del querer hacer las cosas, de solo
tener intenciones, esta gestión se basa en acciones y en la toma de decisiones
de distintos niveles, donde el Estado es el primer garante para que se
garantice el cumplimiento de las normativas e instrucciones emanadas por
equipos de trabajo multidisciplinarios, donde la transversalización de
funciones juega un papel muy importante, ya que todos están involucrados desde
el campo de su especialidad. La gestión de riesgos, es tarea de todos, desde el
ciudadano común, hasta las máximas autoridades de un país.
En
el caso de Venezuela, se tiene la Ley de gestión integral de riesgos
socionaturales y tecnológicos y en su articulado, deja muy claro las funciones
y los compromisos de cada instancia y como se debería abordar el tema, no solo es una política de Estado,
sino un compromiso colectivo, en el cual los organismos de seguridad ciudadana
como Bomberos y Protección Civil, son órganos contralores de la gestión de
riesgo, más no son los únicos ejecutores o respondedores, hay que saber
distinguir tres aspectos importantes de la gestión de riesgos, la gestión
prospectiva, la gestión reactiva y la gestión correctiva, que son la base
fundamental para el desarrollo sostenible de cualquier región.
Reducción del
riesgo de desastres: El concepto y la práctica de reducir el riesgo de
desastres mediante esfuerzos sistemáticos dirigidos al análisis y a la gestión de
los factores causales de los desastres, lo que incluye la reducción del grado
de exposición a las amenazas, la disminución de la vulnerabilidad de la
población y la propiedad, una gestión sensata de los suelos y del medio
ambiente, y el mejoramiento de la preparación ante los eventos adversos. (op. cit, p. 27).
Las
comunidades organizadas, las poblaciones, regiones y las naciones deben
trabajar en pro de la reducción del riesgo de desastres, bajo una visión
prospectiva y correctiva, para minimizar los efectos dañinos de los eventos
adversos; tomando en cuenta una planificación orientada a gestionar los
elementos, estructuras, inversiones y preparación de las comunidades en pro de
prevenir y convivir con los riesgos.
Conviviendo con el
riesgo
Convivir
con el riesgo, es un tema muy amplio que parte de ocupación del territorio o
del espacio que como humanos estamos haciendo en nuestro planeta, en otras
palabras, es el dónde y cómo nos establecemos como sociedad. Esta utilización
de los espacios de forma organizada o arbitraria nos lleva a compartir con
todos los elementos que el territorio nos ofrece, sean estos buenos o que
produzcan algún daño, considerándose como dañinos aquellas amenazas
identificadas o no, que se pueden convertir en un desastre de un momento para
otro.
De
allí, que la población tenga el derecho de conocer los riesgos a los que está
expuesta en el lugar donde está asentada y las zonas circunvecinas, cuáles son
sus amenazas y cómo poder minimizarlas; y no solo para que la sociedad
identifique sus riesgos, sino que adicionalmente los organismos de seguridad
ciudadana, respondedores o gestores de emergencia y desastre, puedan dar las
orientaciones correspondientes, según sea el caso y así contribuir en la
gestión prospectiva o correctiva.
El
ser humano está expuesto a un sinnúmero de riesgos en el transcurso de su vida,
desde los más comunes que día a día le preocupan, en su entorno y seguridad,
como aquellos que tal vez ni siquiera
sepa que su integridad puede estar amenazada por ellos. Convivir con el riesgo
es esencialmente conocer a que se está expuesto y tener las herramientas
necesarias para responder y actuar al momento de presentarse un evento que
pueda perjudicar su localidad, realizando de esta manera la mitigación del
riesgo presente.
Para
entender mejor el significado de la mitigación, entiéndase esta como “La
disminución o la limitación de los impactos adversos de las amenazas y los desastres
afines”. (op. cit, p. 21). Esto
indica, que mitigar es lograr que los efectos dañinos que se producen en una
población que sea afectada por situaciones que generen emergencias y/o
desastres sean menores, siendo este factor transcendente en el tiempo y
espacio. Con la mitigación, no solo se pueden disminuir el impacto de los
eventos adversos, sino que también se puede reducir la vulnerabilidad de una
determinada comunidad o sector. Hay que tomar en cuenta que el riesgo, es el
resultado de la amenaza por la vulnerabilidad R= A x V, formula ampliamente
conocida, y que al convivir con el riesgo es importante conocer que al
minimizar las amenazas o la vulnerabilidad, automáticamente se estará
disminuyendo el riesgo y como resultado el impacto del evento causará menores
daños.
Si la
población conoce los riesgos a los cuales está expuesta, su relación con el
medio buscará ser armónica, ya que lo fundamental en materia de riesgos
socionaturales es el respeto por los elementos de la tierra, entiéndase estos
como: suelo, aire, agua, fauna y flora, entre otros. Un ejemplo de esta
relación, son aquellas poblaciones o ciudades que se establecieron siguiendo
políticas conocidas como eco amigables, en las cuales se respeta las cotas de
inundación de los ríos, al igual que la distancia mínima segura de sus
márgenes, en las cuales se realizan los estudios de suelo antes de realizar las
construcciones, se evitan las deforestaciones en las cuencas y se cumplen las
normativas de seguridad requeridas según las amenazas identificadas en el
sector; actualmente, hay muchas ciudades que están aplicando políticas
estrictas en materia de gestión de riesgos socionaturales, en las cuales se
conocen los riesgos, como convivir con ellos y como dar respuesta en caso de la
ocurrencia de un evento adverso, casos como estos, se puede mencionar a Chile,
su principal riesgo identificado son los movimientos sísmicos (terremotos) y el
complimiento de normativas, la preparación de la población, hace que cada vez que ocurra un sismo los daños y
pérdidas humanas sean menores: muy diferente es el caso de Haití, una nación
con políticas distintas y al momento de la ocurrencia de un terremoto, los
daños y pérdidas humanas fueron muy elevadas.
Estos
son claros ejemplos de la convivencia con el riesgo, el cómo cada población
entiende, asume y enfrenta las mismas amenazas y cómo responde ante ellas. Los
resultados, siempre serán distintos y dependerán de las acciones de gestión
prospectiva y gestión correctiva que se hayan implementado ante los riesgos
conocidos. No obstante, otro elemento que influye sobremanera en la convivencia
con el riesgo es el ordenamiento territorial, que no es otra cosa, sino como se
establecen de forma planificada los asentamientos humanos, pueblos y ciudades.
Este factor influye muchísimo también en la gestión para la reducción del
riesgo de desastre.
Planificación/ordenamiento
territorial, es el proceso que emprenden las autoridades públicas para
identificar, evaluar y determinar las diferentes opciones para el uso de los suelos,
lo que incluye la consideración de objetivos económicos, sociales y ambientales
a largo plazo y las consecuencias para las diferentes comunidades y grupos de
interés, al igual que la consiguiente formulación y promulgación de planes que
describan los usos permitidos o aceptables. (op. cit, p. 22).
Como
interpretación al concepto previo, la ordenación del territorio es una
responsabilidad del Estado, entiéndase a nivel local, regional o nacional,
donde se debe establecer las líneas específicas para el establecimiento
adecuado y seguro de las poblaciones, o la restructuración o reorganización de
las mismas, ya que por medio de ella se fijaran objetivos claros de
sustentabilidad. Para entender mejor este tema se explicará más ampliamente en
la próxima entrega, cuando se mencionará sobre el papel del ordenamiento territorial
en la gestión de riesgos.
[1]
Es importante aclarar la utilización
del término “Desastre natural”, ya que los desastres no son naturales, son
producidos por eventos de origen natural, antrópico, tecnológico, sociales,
entre otros, por lo cual en este trabajo no se utilizará ese término, sino de
la forma correcta.
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Att Jilber Rojas